miércoles, septiembre 11, 2024
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Edwin Valencia, el secretario “mala paga” de Casagua

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“… a mí me abandonó Edwin enferma, me dejó sin absolutamente nada, me dejó comenzando mi vida de cero en Bogotá. Para mí esto es una vergüenza, pero es la verdad, una muy mala persona, me duele tener que escribir esto en redes, pero es la verdad, él tiene oficina y liquidez para pagar las deudas… no voy a tapar más el sol con un dedo”.

El anterior texto fue escrito por la expareja de Edwin Valencia -secretario de Competitividad de Neiva y mano derecha del alcalde Germán Casagua- una mujer guerrera que pese a la enfermedad y al abandono del que fue “el amor de su vida”, está luchando por salir adelante con el apoyo de su familia y sus amigos más cercanos.

Y es que Valencia, con su cara de yo no fui, se vende como el joven pilo y honesto, pero en realidad es un lobo disfrazado de oveja. Fue candidato a la Gobernación del Huila con el apoyo de una fracción del Centro Democrático, con un resultado más que ridículo, 6.611 votos (apenas el 1.30%, que ni para edil le alcanzaba) algo vergonzoso que se sabía iba a pasar, como lo vaticinaron todas las encuestas.

Pero con todo y lo que se sabía, sumado el llamado de la dirigencia del Centro Democrático que le insistió que declinara y se unieran al candidato Rodrigo Lara (segundo en los resultados) Valencia, terco, obstinado y sobrador, decidió hacer caso omiso y seguir hasta el final sin importar nada.

Declinar a su candidatura tuvo un argumento más válido, la salud de su esposa. Ella empezó a padecer una complicada enfermedad que la obligó a radicarse en Bogotá para acceder a un mejor tratamiento y aunque siempre creyó contar con él, no fue así. Valencia la llevó a Bogotá y literalmente (lo dice ella) la dejó tirada a su suerte y regresó al Huila a hacer politiquería, algo que ni ella ni su familia se lo perdonarán.

Pero eso tal vez no fue los más grave. Aprovechándose de la enfermedad de su esposa Edwin la convenció para que firmara cheques en blanco y letras de cambio que hizo efectivas, dineros que se gastó en algunos lujos y otra parte en la financiación de su ya muerta campaña. Lamentablemente hoy los acreedores la buscan a ella para que pague, pues él se limita a decir que le cobren a su ex esposa.

Hablamos con acreedores de 100 millones, de 80 y 30 y nos dicen que son muchos más, a quien Edwin no les quiere pagar, pese a que según su ex esposa, sí tiene los recursos para hacerlo.

“Dejar a la esposa enferma tirada en una cama de otra ciudad es la actitud de un mal ser humano, por eso no nos extraña que ahora no quiera pagar las deudas, incluso que se aproveche de su cargo (Secretario de Competitividad y Desarrollo Económico de Neiva) para seguir haciendo préstamos y acuerdos que no cumplirá”, dijo uno de los afectados a quien le debe algo más de 80 millones de pesos.

Valencia tiene estos y otros muchos guardados, o preguntémosle a Julio Bahamón, dirigente del Centro Democrático, quien, en un comentario de redes, hablando de Valencia, dijo: “Es verdad que a pesar de haberle insistido que resolviera su situación económica debido a una obligación superior a los 100 millones de pesos… no lo hizo. Su discurso nunca llegó al sentimiento de nuestra militancia.

Revisando las notas periodísticas donde sale el señor Valencia, veo en que todas le cobran. Entre otros acreedores están: César Pinedo, Oscar Tafur, José Manchola Córdoba (el super estratega), entre otros, a quienes parece les quitó la platica.

El que debe estar sufriendo con la grotesca y poco honesta actitud de Edwin, es el muy respetado cafetero, el señor Albertano Valencia, padre de Edwin, un hombre honesto y trabajador que claramente jamás le dio este ejemplo a su hijo.

¿Y qué dirá el alcalde Casagua de su super secretario? Supongo que nada o quizá diga que eso es culpa de Gorky, su discurso más recurrente.

Compartamos esta nota para que Neiva y el Huila conozcan quién es el súper secretario de Casagua… en una próxima entrega, la contratación de un peluquero.

Germán Hernández Vera
El principal temor de los corruptos es el periodismo imparcial.