jueves, septiembre 12, 2024
Opinión

¡Exclusivo! Así agredió el Contralor del Huila a su expareja

Una vez registrada la agresión, Andrés Felipe Vanegas abandonó el departamento con el pretexto de asistir a un evento oficial de la Contraloría en Armenia. En la declaración de la víctima se habla de secuestro, violencia física y psicológica. Los videos son contundentes.

La agresión inició a la salida de la discoteca Olé en la madrugada del pasado 18 de junio. Andrés Felipe Vanegas, actual Contralor del Huila, empezó a intimidarla verbalmente, al oído, para que nadie se diera cuenta. Cuando ella le manifestó su inconformidad y la intención de tomar un taxi e ir a casa, el maltratador le arrebató el bolso, quedándose con todo, con las llaves y el dinero. En ese momento empezó el calvario para ella, quien, durante los tres escasos meses de relación, jamás lo había visto en ese estado de alteración.

Caminaron hasta el parqueadero donde habían dejado la camioneta (estación de servicio Terpel) y mientras ella le pedía el bolso para ir a casa, él la gritaba con groserías y empujones como quedó evidenciado en las cámaras del lugar. A ella sólo le quedó el celular que lo tenía en el bolsillo del pantalón. En los videos se observa a Andrés Felipe Vanegas abrir la puerta de la camioneta y empujarla violentamente. De inmediato se sube, pone seguro y arranca velozmente.

Se indica en la declaración que el maltratador aceleraba hasta 100 kilómetros y frenaba en seco para que ella se golpeara con el parabrisas. En ese momento, mientras la víctima intentaba soltarse el cinturón, él le daba puños en el pecho, intentando quitarle el aire.
“Yo le pedía que parara y él aceleraba gritando que nos íbamos a matar, me decía que nos íbamos a morir los dos”, relató la víctima en la extensa declaración que ya reposa en la Fiscalía y que determinará el grado de culpabilidad del agresor.

Lo peor estaba por iniciar
La mujer aguantó los golpes y las agresiones verbales durante todo el camino, desde la discoteca Olé, hasta el condominio Santa Ana, localizado en el oriente de la ciudad, donde el agresor reside desde hace varios años.

Ella, sobria al momento de la agresión, se quitó los zapatos de tacón esperando el momento de descuido de su agresor para tirarse del carro. Así fue, cuando paró el vehículo en el parqueadero del condominio, la puerta se desbloqueó y ella como pudo salió corriendo por el jardín, pero el maltratador la alcanzó, la tiró al piso y la golpeó en repetidas oportunidades en el pecho, mientras ella pedía auxilio y le imploraba que no le pegara más.

Dice la declaración que el descontrolado Contralor, alicorado y en el más alto grado de excitación, le metió las manos en la boca para impedir que ella siguiera gritando, con lo que además la estaba asfixiando. En este momento -aclara en la diligencia- ella cree que perdió el conocimiento y que cuando lo recuperó estaba en el piso del ascensor, agarrada de las piernas de él. Le suplicaba que no le pegara más, que la dejara ir, resignada por el sometimiento. Dice la declaración que el maltratador la miró tirada en el piso y le decía “tranquila mi amor, no ha pasado nada”.

La salvación para ella llegó en un instante de descuido del agresor. Cuando él se bajó del ascensor, ella alcanzó a cerrar la puerta y oprimir primer piso. Como pudo, se bajó descalza y corrió hacia la portería. En ese instante se encontró con la persona encargada de la vigilancia (una mujer), que la ayudó y le dijo “estamos viendo todo por las cámaras, qué horror”. La vigilante, hoy testigo clave, la escondió debajo del mostrador de la recepción y empezó a llamar a la policía y al otro vigilante de turno diciéndole que el Contralor estaba muy loco y que temía por la vida de ella.

Esa es la coherente y contundente declaración de la mujer, expareja de Andrés Felipe Vanegas, contralor del Huila, quien pese a la gravedad de la denuncia sigue en comisión en Armenia, publicando fotos con sus amigas de trabajo, como si no hubiese pasado nada.

Me enteré de que la víctima, quien llevaba tres meses de relación con el contralor, llamó esa misma noche a la mamá del maltratador para que intentara calmarlo. La respuesta de la señora fue muy tranquila, como si se tratara de un hecho normal y cotidiano. Dijo que lo sentía mucho, que a él (al contralor) siempre le pasaban esas cosas, que cuando él tomaba se le metía el diablo, que a él le estaban haciendo brujería.
Indagué con algunos conocidos residentes en el conjunto Santa Ana y me conformaron que efectivamente el señor ya ha sido protagonista de escándalos similares, sin embargo, las víctimas, por razones que desconocen, no lo han denunciado.

Frente al más reciente caso se sabe que amigos en común, están tratando de convencerla para que desista o para que concilie. El argumento principal es que “el nombre de ella puede resultar muy afectado”. Otra fuente me comentó que la Fiscalía estaría indagando sobre un millonario ofrecimiento al personal de seguridad del conjunto para borrar los videos de las cámaras de seguridad, videos que, aunque están en poder del investigador de la Sijín que atendió el caso, no figuran en la cadena de custodia (ojalá no se pierdan).

Lo más paradójico de esta historia es que el maltratador, además de Contralor del Departamento del Huila, funge como cabeza del “Comité de Moralización del Huila”, entidad encargada de establecer qué es o no inmoral para investigar. De este grupo hacen parte la Procuraduría, la Personería, el Ejército, la Policía y la Defensoría del Pueblo, esta última liderada por una señora que, frente al caso, ha guardado absoluto silencio, tal vez por la estrecha relación de amistad que tiene con el Contralor, su compañero de estudio durante toda la carrera.

También sorprende el silencio de la Secretaría de la Mujer del municipio, del Asesor de Paz, del jefe político que lo llevó al cargo de Contralor y en general de muchos y muchas personalidades del Huila, para quienes parece poco relevante el caso, tal vez porque son amigos del maltratador y hoy prefieren mirar para otro lado.

En una próxima entrega les contaré de los contratos del Contralor y de la empresa de auditorías que lidera en la sombra, entre otras pilatunas.

Germán Hernández Vera
El principal temor de los corruptos es el periodismo imparcial.